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Guía para Emprender como Profe de Yoga

Actualizado: 5 may

Manual con las 7 etapas y consejos prácticos para yogui-emprendedores


Antes de revelarte nuestra gran guía, queremos invitarte al próximo...

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Ahora sí, vamos con la guía!

¿Te dedicas profesionalmente a la enseñanza del Yoga? ¿Acaso estás considerando tomar esa decisión en este momento? Este camino es profundamente transformador, pero también desafiante. Emprender como profesor/a de Yoga no es solo dar clases: es construir un proyecto que te sostenga, te inspire y te permita vivir de eso que amás. Y entender estas etapas que voy a presentarte ahora puede ayudarte a transitarlas con más claridad y confianza.


Como cualquier proceso emprendedor, el nuestro tiene distintas etapas que no siempre son lineales, ni contiene instancias fijas o periodos de tiempo pre establecidos. Pero que suelen repetirse en la experiencia de quienes elegimos vivir del Yoga. En este artículo te comparto un recorrido posible (y bastante común) con las fases que atravesamos como emprendedores en el Yoga, junto con una guía práctica de consejos clave para cada momento del proceso.


Instructoras graduadas de la Formación Profesional Anual Yoga Tierra®. 2024, Argentina.
Instructoras graduadas de la Formación Profesional Anual Yoga Tierra®. 2024, Argentina.

1. La decisión

Esta es la puerta de entrada al mundo yogui-emprendedor. Aquí tomamos la decisión de acercar la enseñanza del Yoga a otras personas. Esto puede pasar al terminar tu formación central, o incluso muchos años después. Puede que no tengas idea por dónde empezar, que no conozcas a otros profes, ni tengas experiencia dando clases; mucho menos llevando adelante un proyecto.

Solo sabés que el Yoga te cambió la vida, y sentís un impulso real de compartir eso con otras personas. A pesar de los miedos, te decís: “voy a dedicarme a enseñar Yoga”. Y esa es una decisión gigante.


Consejo:

No esperes tener todo resuelto para comenzar. Si tuviste una formación y sostienes una práctica sólida, es el momento. El primer paso es decirte con claridad: “voy a dedicarme a enseñar Yoga”. Y desde ahí, empieza a investigar este mundo laboral, conoce otras experiencias, y animate a compartir lo que sabes; aunque sea con tu círculo más cercano, incluso gratis o a un precio simbólico. Lo esencial es empezar.


2. El salto

Comienzas a dar tus primeras clases. Estás full de entusiasmo, pero también de dudas. Compartes lo que estudiaste, lo que practicas, lo que viviste… aunque sin una estructura del todo clara. Esta etapa es de una aprendizaje supremo. Todavía no tienes una voz profesional o estilo propios, por eso es normal que repitas lo que aprendiste de tus maestras/os, y también que tengas mucho temor de "lesionar a tus practicantes". El síndrome del impostor puede surgir como un gran obstáculo en esta fase. Otra característica de esta etapa es la altísima cantidad de tiempo y energía que inviertes a diario, y el bajo ingreso de dinero que percibes, pues estás recién comenzando a darte a conocer.


Consejo:

1. Amigate con la experimentación, reemplazando la frustración, por la apertura a probar de nuevo. No te exijas tener un estilo único de enseñanza o una marca perfecta desde el día uno, te aseguro que eso llega con el tiempo. Ensaya, juega, escucha a tus alumnas/os y ve generando tus propios criterios de enseñanza.


2. Esta es la etapa ideal para empezar a definir qué tipo de servicios quieres dar (clases presenciales, online, a domicilio, eventos en empresas, retiros, etc); y también para bosquejar tu marca personal. Date tiempo para definir este primer nombre para tu proyecto (sí, puede que quieras cambiarlo más adelante), y animate a crear tu primer perfil y experimentar en redes sociales.

El espacio donde nació Yoga Tierra ®. 2013, Argentina.
El espacio donde nació Yoga Tierra ®. 2013, Argentina.

3. La crisis

Después de un tiempo de dar clases —a veces muchas, por falta de dinero o de organización— llega este primer gran choque con la realidad. Empiezas a sentir el desgaste físico, emocional y económico. Te das cuenta de que enseñar Yoga también implica organizar agenda y horarios, hablar a diario con personas que desconoces, manejar cobros, sostener redes, resolver dudas, y todo eso mientras brindas espacios de bienestar a quienes ya te están eligiendo para su práctica.

Esta fase puede ser muy desgastante, pero también te da invaluable experiencia. Casi sin darte cuenta, dar tantas clases te ha permitido empezar a generar tu propia síntesis pedagógica. Comienzas a notar qué funciona y qué no, y tal vez empiezas a sentir el impulso de redefinir tu propuesta o tomar nuevas capacitaciones.

También puede aparecer un desgano o desmotivación por dar clases: si lo estás sintiendo, significará que estás sufriendo el síndrome de burnout, y necesitas urgente pausar y generar una mayor organización. Aquí también aparecen las primeras dudas profundas: ¿Vale la pena todo este esfuerzo? ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Enseñar Yoga es realmente para mí?


Consejo:

1. Ordena tus procesos y tu energía, en serio. Empieza a revisar tu agenda de horas de trabajo semanales, luego tu comunicación y, por supuesto, también tus finanzas. Si llegaste sola/o hasta acá, te felicito en grande. Y también te confieso que esta es una buena etapa para buscar acompañamiento, mentoría o capacitación específica en áreas que nunca te enseñaron en tu formación inicial.


2. Y dos cosas más que serán de mucha ayuda son: cuidar tu espacio de práctica como lo más importante (confía en mí, en el futuro te lo vas a agradecer); y conectar con colegas, integrarte a algún tipo de red profesional donde recibas apoyo, conozcas otras experiencias y puedas incluso hacer tus primeros trabajos en colaboración.


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4. Definiciones

De la más profunda crisis podemos obtener el mayor aprendizaje. Y aquí llega una etapa de decisiones importantes: tal vez elijas dejar la transmisión del Yoga como algo para tus tiempos libres, o mantenerlo como un trabajo secundario, o tal vez sientas que es momento de apostar a lo grande y dedicarte al 100%. Sea cual sea la decisión que tomes, será perfecta siempre que represente lo que genuinamente quieres hacer.

En el caso de que quieras continuar, en esta etapa se abren muchos caminos posibles que podrán darle aún más profesionalismo a tu modelo de negocios: clases grupales, personalizadas, sesiones online, talleres, retiros, eventos… incluso abrir tu propio estudio. Si aún no lo has hecho, puede que aquí también te plantees hacer los trámites legales necesarios para el registro de tu marca, la habilitación de tu local o solicitar una inversión de capital.


Consejo:

1. Es momento de pensar más a largo plazo. Sé realista con lo que puedes y quieres sostener. Profesionalizar no significa volverte una empresa gigante, sino tener claridad en tu modelo de trabajo: cuánto quieres trabajar, cómo, con quiénes, cuál es tu público ideal, y qué recursos necesitas para hacerlo de forma saludable y sostenible.

2. En el caso de que decidas solicitar inversión, abrir un local físico y/o agrandar tu equipo de trabajo, es fundamental que antes tengas realizado tu Plan de Negocios, tu identidad y registro de marca, y tus cuentas en orden.



5. Revisión

Luego de algunos años de recorrido, es esperable sentir que el proyecto necesita una reestructuración. Ya sea por deseo o por necesidad, observas que para escalar tu emprendimiento necesitas sumar esfuerzos de otras personas y mejorar tu estructura de trabajo, una vez más. Comprender por la experiencia directa que tu tiempo y energía son limitados, y muchas tareas requieren habilidades específicas que quizás no dominas: diseño gráfico, marketing, administración, programación, etc.

Aparece el deseo de crecer, pero también la necesidad de delegar, armar equipo, o tercerizar ciertas tareas o áreas de trabajo. Y para delegar, hay que organizar las tareas y roles que se desarrollan en el equipo (sí, incluso si venías haciéndolas por tu cuenta, también son roles de equipo).


Consejo:

1. Antes de delegar, organiza. Haz una lista de todas las tareas que haces en cada rol, identifica el tiempo diario/semanal/mensual que te llevan, e identifica cuáles podrías sistematizar o enseñar a alguien más. Crear protocolos de trabajo, estructuras y manuales de procesos te va a permitir crecer sin perder tu esencia.

2. Si tienes ingresos más estables (sería lo esperado en esta etapa), te recomiendo reinvertir un porcentaje de tu capital para poder potenciar el crecimiento que necesitas. Ya sea pagarle a una contadora, contratar un asistente, o adquirir un software de gestión de reservas y pagos para tus clases, será dinero bien invertido y elevará el valor de tu hora laboral.



6. Identidad

Esta etapa puede darse en paralelo o incluso antes que la anterior. Aquí tomas real conciencia de que estás construyendo algo más grande que vos: un proyecto con identidad propia. Aquí termina de definirse con claridad tu misión, tu visión, tus valores, tu cliente ideal, tu marca personal y el propósito de tu/s proyecto/s.

Si no lo hiciste antes, también puede ser el momento de registrar tu marca, formalizar tu actividad laboral o abrir canales de comunicación más sólidos como una web, un newsletter, o una comunidad online.

Esta es una etapa de mucha cosecha de toda la experiencia en años previos, de mayor claridad y organización del trabajo propio y de nuestro equipo. Finalmente observas hacia atrás y le ves el sentido a tu recorrido, dimensionas todo lo que aprendiste, y te das cuenta de que cada instancia era necesaria para traerte hasta donde estás ahora.


Consejo:

Tu marca personal es tu recurso más valioso; tu voz, tu energía, tu manera única de enseñar y acompañar; tu legado a la sociedad. Asegúrate de que lo que comunicas en redes, en clases y en todo lo que haces sea coherente con lo que realmente eres y quieres ofrecer.



7. Consolidación

Esta podría ser la etapa final del recorrido, en la que ves la madurez de tu emprendimiento. Tu proyecto está en marcha, tienes una comunidad fiel, los ingresos son más estables, y tu propuesta está bien posicionada donde quieres. Puedes sostener tu agenda, has creado una estructura funcional, tus tareas delegadas o automatizadas, procesos claros y eficientes de trabajo, y hay espacio para volver a proyectarte a largo plazo.

Si bien esta etapa es de afianzamiento y también mucha cosecha, no está exenta de desafíos. Y es que cada pequeño proyecto o cambio que aparezca trae consigo aprendizajes nuevos. Una instructora del equipo se va de un día para el otro, el estudio en donde dabas clases de pronto cierra, ocurre una pandemia mundial... creo que entiendes mi punto, verdad?


Por eso, el camino no termina. Siempre habrá desafíos nuevos, aprendizajes, ajustes. Pero ya no te sientes a la deriva, y aparecen oportunidades inesperadas: alianzas, diversificación, colaboraciones, expansión.


Consejo:

1. Celebra tu recorrido, tus progresos todos los días. Y sigue aportando a la comunidad profesional de Yoga, es absolutamente necesario y enriquecedor.


2. Aprovecha tu solidez para invertir en tu crecimiento y el de tu proyecto: genera un fondo para tu retiro, crea alianzas estratégicas, explora nuevos formatos digitales, amplia tu equipo. Y, sobre todo, cuidate para sostener en el tiempo todo lo que construiste.



¿Existe una forma mejor de transitar este camino?


Sí, y es tener conciencia desde el principio de que enseñar Yoga profesionalmente implica desarrollar un proyecto personal con todas sus dimensiones: pedagógica, emocional, espiritual y también organizacional.

Ya ves que no se trata solo de dar buenas clases, sino de aprender a vivir en equilibrio mientras compartes lo que amas.


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Deseamos que este contenido te haya aportado valor para que puedas aplicar en tus próximas clases. Comparte este artículo en tus redes y con tus yogui-colegas para seguir construyendo una enseñanza consciente del Yoga.





 
 
 

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